miércoles, 25 de octubre de 2023

Un escritor, además de escribir, ¿tiene que ser empresario?




   Hace poco dejé un comentario en la página de un conocido agente literario, quien habitualmente permite comentarios a sus interesantes posts, incluso los que son poco amables. Por algún motivo, algún tiempo después de que yo escribiera, todos los comentarios que había para ese post en particular desaparecieron. Y ahora he decidido colgarlo en este blog, porque expresa con sinceridad mis pesares como escritora. 

  Una de las afirmaciones del artículo que comenté (el cual se refería a la dificultad para publicar por parte de los escritores inéditos) decía que los rechazos por parte de las editoriales no deberían constituir un problema para el escritor, que deberían ser algo a tomar como algo habitual e inevitable. A esto respondí:

   El rechazo me dejó sin deseos de seguir intentando. Porque no se trata de que me rechazaron,  sino del modo en que lo hicieron. Me trataron mal,  y esto, que conté en uno de mis blogs (sin dar nombres para conservar la actitud ética que ellos no tuvieron) me quitó el impulso para seguir insistiendo. 

Mi experiencia con las editoriales

http://creadoresmisticosytransmutantes.blogspot.com

   Los únicos buenos recuerdos de mi contacto con la industria editorial (y hace de eso más de veinte años) son de un agente literario a quien escribí preguntándole si podía enviarle mi manuscrito y de un par de editoriales españolas. Éstas enviaron gentiles cartas de rechazo (todavía eran los tiempos del correo postal) y el agente literario envió cuatro carillas con consejos acerca de cómo hacer una propuesta a las editoriales. Y supongo que todas (o casi todas) las personas que escribimos a este agente literario recibimos de él esas cuatro carillas. Me pareció un gesto amable, una  respuesta que nos tenía en cuenta e intentaba ayudarnos.

   En otra parte del post, su autor afirmaba que encontrar editorial, aunque no nos guste a los escritores, es un trabajo más. Y este fue mi comentario:   

   El problema es que no todos somos hábiles para resolver ciertos asuntos de la vida. Encontrar editorial, ofrecer nuestros libros, lidiar con los editores, etc. etc., requiere cierta capacidad que no todos tenemos o sabemos manejar con pericia. Y menos cuando la experiencia inicial nos ha dejado sin deseos de continuar. Justamente para eso están los intermediarios, pero hoy en día hasta los intermediarios están abrumados con las propuestas y ponen muchas barreras. 

  Empecé a escribir novelas tarde, aunque la vocación estaba en mí desde la infancia. Estaba ocupada con otras cosas, lo cual fue afortunado, porque son esas cosas las que me nutrieron y enseñaron lo que ahora puedo transmitir en mis novelas. 

   Y no me cuesta nada escribir una novela. Cuando lo hago la inspiración fluye y me siento enormemente feliz. Además,  trabajo tres o más años en cada una, a tiempo completo, corrigiendo y puliendo sin cesar, e  incluso esa etapa me da felicidad. 

  Pero no puedo lidiar con editoriales, propuestas, negociaciones y ese  “largo etcétera”. Aparte de tener mucho en contra: el género en el cual escribo (Visionary Fiction, que yo llamo Ficción Espiritual en mis blogs),  mi avanzada edad… Sin embargo, no pierdo las esperanzas. Y confío en que algún día mis criaturas se abrirán camino, aunque este cuerpo ya no esté.

   Y el comentario terminaba con un agradecimiento para el autor del post,  quien es el mismo agente literario al que hice referencia. 

  Desde luego, es un asunto que se presta a polémica. Y no voy a iniciarla ni ahora ni aquí. Sólo quise transmitir un testimonio. 


   

  


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